Jeff Redd, el cenizo del New Jack Swing

Puede que Jeff Redd haya pasado a la historia como el tipo que descubrió a Mary J. Blige. Pero su figura merece ser reivindicada no solo por haber sido el tipo que descubrió a la diva del Hip Hop Soul, sino sobre todo por algo como «Quiet Storm»  (1990, Uptown Records/ MCA) un efímero debut que el paso del tiempo ha convertido en otra de esas pequeñas gemas olvidadas de la era del New Jack Swing.

Jeff Redd suele recordar el cómo decidió que quería ser cantante tras ver a James Brown actuar en el Apollo. Pero también el cómo su madre le hizo prometer que jamás se acercaría a un escenario hasta que cumpliera los 17 años, por el miedo que le daban los excesos del mundo de la farándula. El bueno de Jeff cumplió su promesa, y no fue hasta esa edad cuando pudo fundar los Sofisticated Gents, y convertirse en su vocalista.

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A mediados de los 80 Jeff dividía ya su tiempo entre la cadena de montaje de la General Motors y los escenarios del circuito Rnb underground de Nueva York como vocalista de Sofisticated Gents. El boca a boca no tarda en convertirle en una de las nuevas sensaciones de la ciudad, y provocar que su nombre llegue a oídos del presidente de Uptown Records. Una noche, Andre Harrell se planta en uno de sus conciertos y tras verle actuar no duda un instante en que será la próxima gran apuesta masculina del sello.  Jeff Redd abandona su grupo y firma rápidamente con Uptown pero, por curioso que parezca, decide compaginar la grabación del futuro disco con su trabajo como operario en la fábrica. En esta época será cuando un compañero de la cadena de montaje le de un cassette con una demo de su hija, una aspirante a cantante llamada Mary J. Blige.  Redd cumple su palabra y se la lleva a Andre Harrell, al que convence para firmar a aquella desconocida.

En efecto, Jeff Redd es el tipo que descubrió a Mary J. Blige. Pero aquí nos importa bastante poco esta anécdota.  Su figura merece ser reivindicada no solo por haber sido el tipo que descubrió a la diva del Hip Hop Soul, sino sobre todo por algo como «Quiet Storm»  (1990, Uptown Records/ MCA) un efímero debut que el paso del tiempo convertirá en otra de esas pequeñas gemas olvidadas de la era del New Jack Swing.

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Para su estreno en larga duración, Uptown le rodea con lo mejor que tiene a mano. Por el estudio se pasearán nombres como KC, Jojo y Devanté Swing (Jodeci), los Untouchables – el equipo de producción formado por Nevelle, Dave «Jam» Hall y Eddie F, uno de los «Boyz» de Heavy D- e incluso todo un Timmy Allen, ex miembro de Change, Atlantic Starr y posterior mentor de Chris Brown entre otras muchas cosas, que le arroparán en un tracklist diseñado para su lucimiento. Con suma inteligencia, la primera decisión de Uptown será testar la recepción del público con «I Found Lovin’ « un modélico uptempo New Jack Swing que revisionará un viejo éxito de Fatback, y que se lanza en 1989 como primer adelanto del disco.

Su éxito es instantáneo. La producción de los Untouchables – con los arreglos vocales de KC Hailey– se adapta como un guante al sedoso registro de Redd y el single se dispara en radios y clubes nocturnos. Con su popularidad en pleno ascenso, el sello  comienza una extraña campaña de promoción que incluirá una delirante visita a Barrio Sésamo que, como se puede comprobar, no tiene desperdicio.

Como mandaban los cánones de la industria por entonces, para el  segundo single tocaba una balada y «Love High» se convierte en otro rápido éxito en las listas de Rnb. Un efectivo estándar de alcoba orquestado por Timmy Allen, pero que Redd elevará por encima de la media gracias de nuevo a su notable presencia vocal. Sin embargo, aunque el track llega al #16 de Billboard,  es incapaz de hacer despegar el disco en las listas de ventas. Lo curioso será que. mientras en Estados Unidos su popularidad parece haber llegado a su pico, en el Reino Unido su música comienza a ganar una notable presencia en los márgenes del mainstream. Sin que nadie lo esperara, las radios stations orientadas al público negro británico- y en especial el Capital Rap Show de Tim Westwood- están convirtiendo este «Quiet Storm» en uno de los álbumes New Jack más populares del momento. en Inglaterra  Por suerte, el público de las islas si sabrá valorar bombas para el dancefloor como «In My House«, con una producción de un joven DeVanté Swing muy deudora del modelo Guy, de elegantes uptempos protohouseros como «Dance With Me» o de aproximaciones al Hip-House de baja intensidad como ese «Come And Get Your Lovin’ » junto a Chubb Rock y Artz and Kraftz.

El tiempo pasa, y sus fantásticos uptempos languidecen sin pena ni gloria hasta caer en el olvido entre el público americano. El discreto éxito de un estupendo medio tiempo  como «What Goes Around, Comes Around» -de nuevo con producción de los Untouchables- supone un espejismo que no servirá para mitigar la sensación de fracaso que genera el proyecto.  La fallida estrategia de promoción – bastante habitual en la Uptown de aquellos años- apuntilla un proyecto que quedará finalmente solapado por futuros clásicos del género como el «Poison» de Bell Biv Devoe, «The Future» de Guy, «I»ll Give All My Love To You» de Ketih Sweat, o «Revival» de Tony Toni Toné, editados también ese mismo año.

El año 1991 le dará una última oportunidad de brillar gracias a la banda sonora de la película «Strictly Business» , una comedia surgida a rebufo del show In Living Colour, a la que aportará una nueva gema olvidada del New Jack como « You Called and Told Me» que, como dato curioso, contará con un joven Sean «Puff Daddy» Combs como productor ejecutivo.  Un track en el que volverá a demostrar lo bien que le sentaban a su vozarrón los uptempos, aunque a la vez su inexplicable dificultad para conectar con el público masivo.

El fracaso del single termina por decidir su marcha de Uptown. Redd está cansado de la supuesta falta de profesionalidad de su antiguo sello y se mueve unos cuantos años en la trastienda de la industria tejiendo una tupida red de contactos e influencias hasta que por fin, consigue firmar un nuevo contrato con EMI. En 1994 sale al mercado «Down Low»,  un segundo álbum que para su desgracia correrá aun peor suerte que el primero. El destino querrá que el disco se edite en la misma semana que se confirma el cierre definitivo del «departamento negro» de la Major – por aquel entonces todavía habituales-, y tan sólo un número muy limitado de copias llega a las tiendas. El proyecto se convierte en uno de esos incunables malditos del Rnb de los 90, hasta que en 2015 el sello Japonés P-Vine Records se decide a reeditarlo con una tirada muy limitada, todavía hoy disponible. Un trabajo sin demasiado interés más allá de la curiosa historia que le rodea, y con el que Jeff Redd parece evidente que pretendía reconvertirse – con el apoyo de los Untouchables y Lord Finesse- en el próximo galán del Hip Hop Soul.

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A pesar de su inútil lucha por convertirse en estrella, a mediados de los 90 Jeff Redd todavía era un tipo muy valorado en el establishment negro de la industria musical americana. Por ello, no le resulta difícil colgar el micro y reinventarse una vez más como hombre de despacho para MCA Records. Como A&R ayudará a desarrollar la carrera de viejos amigos como K-Ci & JoJo, y bandas sonoras de películas tan conocidas como «Eve’s Bayou» (1997) «Como Estela Recuperó La Marcha» (1998) o «Huracán Carter» (1999). En 2003 la absorción de MCA por Geffen Records pone a Redd en la calle, y este abandona ya el mainstream de manera definitiva. La aventura de su propio sello independiente ( Sol Real Records) muere en 2006 sin apenas repercusión mediática  y artística, lo que termina por convencerlo de que ha llegado la hora de retirarse y exprimir la nostalgia.

Desde entonces Jeff Redd conserva su impecable planta y la poderosa voz de siempre, pero no es más que un plácido jubilado que vive de las rentas del pasado. Por ello, no es difícil toparse con él como comparsa de viejas glorias Hip Hop de los 90, en eventos de medio pelo solo aptos para los más nostálgicos. Pero aunque las circunstancias le hayan negado el éxito que su talento seguro merecía, nadie podrá quitarle jamás lo bailado. Y a nosotros tampoco.

 

 

 

Finis Henderson, el entertainer definitivo

A principios de los 80, Finis Henderson representaba el prototipo de «light-skin crooner» que la Motown estaba deseando lanzar al mercado. «Finis» (1983) fue el único intento de catapultarlo a las listas de éxitos

Finis Henderson es todo un personaje. Desde hace años se autodefine como The Ultimate Entertainer, y  su tiempo se divide entre los cruceros de lujo y los casinos de Las Vegas. Pero aunque suponemos que sus shows humorístico-musicales para jubilados le pintarían la cara a los del mismísimo Julio Sabala, a nosotros nos interesa más viajar en el tiempo unas cuantas décadas atrás. En concreto, a ese breve espacio de tiempo en el que Finis soñó que iba a convertirse en la próxima gran estrella de la Motown.

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 Aunque hoy parezca un delirante personaje salido de Padre de Familia, Finis Henderson proviene de la aristocracia cultural afroamericana de Chicago. Su tío era el músico y actor Bill Henderson, su padrino Samy Davis Jr y su padre, un conocido manager en la industria que terminaría de vicepresidente de Samy Davis Jr. Enterprises. Con semejantes antecedentes familiares, el bueno de Finis no lo tiene muy difícil para debutar como vocalista en un proyecto como Weapons Of Peace, una banda disco-funk de laboratorio producida por Mark Davis – uno de los grandes nombres de la Motown- , que lanzará en 1976 su único disco con Playboy Records. El álbum pasa sin pena ni gloria, así que Henderson se muda a Los Ángeles con su primo Al Mckay -bajista de Earth, Wind And Fire-  para buscarse la vida como actor. Las audiciones no llegan, y decide probar suerte en el mundo de la comedia en directo donde su porte y su labia encontrarán acomodo en locales legendarios del Stand Up Comedy como el Comedy Store, el Stardome o el Laugh Factory, donde según cuentan compartirá espacio e improvisaciones con tipos como Robin Williams o Richard Pryor.

Finis Henderson, como vocalista de Weapons Of Peace

Sin embargo, el tímido despegue de su carrera como monologuista no consigue quitarle las ganas de triunfar en el mundo de la música, y su estrecha amistad con Bill Wolfer resultará vital para intentarlo de nuevo. Wolfer era un joven músico de sesión de la Motown al que, gracias a su trabajo junto a Stevie Wonder, los Jacksons o Tenna Marie, Berry Gordy había abierto las puertas a participar en el Thriller ( 1982) de Michael Jackson – suya es la legendaria línea de teclado del Billie Jean– y lo que es más importante todavía, la posibilidad editar su propio disco en solitario. En ese 1982 Henderson consigue colarse en los créditos de «Wolf» , el debut de Wolfer en solitario, como compositor y vocalista de un pequeño clásico como «Call Me» que terminará por convertirse en uno de los tracks más celebrados de aquel disco. Finis llama por fin la atención de Gordy, y lo suficiente como para terminar de convencerlo – suponemos que también con cierta influencia de su amigo Bill Wolfer y su primo Al Mckay- de firmarle para Motown y editar «Finis», su debut en solitario.

finis cover

 

Lo cierto es que , con su piel clara y su pelo liso, Finis representaba el prototipo de «light-skin crooner» que la Motown estaba deseando lanzar al mercado.  Con Al Mckay a los mandos de la producción, «Finis» (1983) se compondrá de 10 tracks que entre el boogie y el Rnb-Pop más formulero, intentarán catapultarlo a las listas de éxitos.  La luminosa voz de Henderson brilla en pequeñas joyas dignas de revisión como «School Girl» o «Blame It On The Night», dos infecciosos uptempos en los que la legendaria guitarra de al Mckay se llevará al final todo el protagonismo. En su busca del éxito inmediato, también se permitirá recuperar la stevenwonderiana «Call Me» – el fantástico track que había escrito para el disco de Bill Wolfer un año antes- o reclutar precisamente a Stevie Wonder en la meliflua «Crush on You», aunque al final será un banger como «Skip To My Lou» el que logre dar finalmente en el clavo. Todo un número 1 de Billboard en las listas de Rnb que mostrará lo mejor que Finis podía ofrecer a la escena Rnb de aquellos años.

 

Con «Skip To My Lou» Henderson desvela todo su potencial con un elegante uptempo en clave synth -no resulta difícil incluirlo entre los diez mejores de ese año- que pondrá en evidencia los excelentes resultados que podía dar el alejar su estupendo falsetto del almíbar y las baladas. Pero la Motown era mucha Motown y desde luego, no habían fichado a Henderson para hacer bailar en el club al público negro y urbano. Como siempre, su objetivo era colarse en los tocadiscos de los blancos de suburbio y para ello se introducen mediocres estándares adult-contemporary  ad hoc como «I’d Rather Be Gone» o «You Owe It All To Love», que lastrarán por completo el álbum y de los que mejor resulta olvidarse. 

El disco languidecerá en las listas de Billboard – aunque se hace especialmente popular en Japón, donde el  fenómeno del City Pop comienza a explotar- y Motown desiste en su intento de asentar a Finis Henderson en la escena americana. Su voz reaparecerá en 1984 junto a Stevie Wonder en la banda sonora de «La Mujer de Rojo» ( «Love Light In Flight»)  aunque para su desgracia también en cosas tan bizarres como el «Con Confused» de Eddie Murphy, con el que cerrará su carrera como cantante en 1985.  Puede que hoy el «Entertainer Definitivo» no tenga ya demasiadas ganas de recordar su fallido intento por convertirse en una estrella del Rnb, pero nosotros no podemos dejar de hacerlo. Así que ya sabes, si te lo encuentras por Las Vegas o en algún crucero por el Caribe, no te olvides de saludarle de nuestra parte.

Gonzalo Oya

Kiddo, las ovejas descarriadas del P-Funk Parte 2

Donnie Sterling tenía muy claro que el tren Kiddo no podía detener su marcha, y ya estaba preparado para regresar al año siguiente de su debut con su nuevo disco. «Action» reflejará ya desde su portada el cambio de paradigma que se estaba produciendo en la música negra americana.

A pesar del relativo éxito de la primera entrega de Kiddo, Michael Hamtpton abandonó el barco enseguida. De hecho, y aunque en el ’83 se le pudo escuchar  al servicio de George Clinton  en el «You Shouldn’t-nuf Bit Fish» o en el «A Night Out With The Boys» de Mutiny, por algún motivo la guitarra de Kidd Funkadelic  enmudeció por completo durante 1984. Pero Donnie Sterling tenía muy claro que el tren Kiddo no podía detener su marcha, y ya estaba preparado para regresar al año siguiente de su debut con su nuevo disco.

 «Action» ( 1984, A&M Records) refleja ya desde su portada el cambio de paradigma que se estaba produciendo en la música negra americana. Las bandas de Funk o Rnb, tal y como se habían conocido hasta entonces, empezaban a ser vistas ya como una reliquia por público e industria. Aunque Bar-Kays, Cameo, SOS Band y otros muchos seguían sosteniendo la llama de la vieja fórmula, dúos y artistas en solitario eran cada vez más la norma, y Donnie Sterling tomó buena nota.

 

kiddo action

Donnie se atusó el tupé, planchó su mejor traje y se puso en primera plana de una cover que visualmente, parecía evocar la de un dúo Synth-Funk al más puro estilo René And Angela. Ni rastro de los Leroy Davis, Charles Fearing, Rock Goodin y demás miembros del grupo que, sin embargo, seguirán en la sombra al frente de la parte instrumental del álbum. Sterling decide tomar el mando de la producción de casi todo el disco, aunque A&M Records pondrá a su disposición como apoyo a un tipo tan solvente como Derek Nakamoto que, a partir de aquí, se convertirá en un músico de sesión recurrente y cotizado dentro de la industria mainstream.

«Action» confirmará todo lo que el anterior disco dejaba entrever: Sterling quiere a toda costa su pedazo de pastel en el mercado de la música negra de consumo masivo.  Y aunque no reniega de su pasado  – hasta el punto de que Tom Vickers, ex periodista de Rolling Stone y por entonces publicista de George Clinton, debutará de hecho aquí como productor – su propuesta tratará de abrirse paso  en las listas con una nueva colección de excelentes uptempos en los que, al menos en apariencia, poco o nada queda ya de los clichés más habituales del sonido P-Funk.  Su legado sin embargo, se hace en especial patente con la presencia en los teclados de Bernie Worrell en temas como la Barkaystíca «She’s Got The Body», en la que los ecos del «(Not Just)Knee Deep» de Funkadelic fluirán como evidente homenaje.

Con su alma de funk crooner siempre presente, Donnie Sterling también confeccionará para su propio lucimiento modélicos medios tiempos como «This Love Will Last Forever»  donde sin embargo, será Leroy Davis y su solo de saxo quienes se lleven toda nuestra atención. Pero el terreno natural de Kiddo seguía siendo el dancefloor y allí volverán a brillar en bombazos como «Hyperactive» – con Sterling emulando a Rick James por enésima vez- o en la extraordinaria «Action Speak Louder Than Words» una gema  synth funk escrita y producida por Chuckii Booker como parte todavía de Tease, en la que los más conspiranoicos quizás encuentren no pocas similitudes melódicas -especial atención a esa línea de bajo- con el «I’ll Be Good» de René And Angela, que saldría un año más tarde. En el terreno de lo irrelevante y fallido se encontrará sin embargo una versión del «Can’t Explain»  de The Who que Tom Vickers y Sterling se sacan de la manga y que, como su mismo título indica, resulta bastante difícil de explicar. 

«Action» sirvió a Sterling para asentar su propuesta personal a nivel estético y sonoro más allá de la alargada sombra de George Clinton. Sabía lo que quería y con este álbum, al menos en lo artístico,  estuvo muy cerca de conseguirlo. Pero en lo comercial el disco funcionó todavía peor que el anterior, e hizo imposible sostener ante A&M Records una nueva oportunidad en el mercado.  Quizás asumiendo su apuesta por imposible, Donnie se retira a partir de aquí por completo de la música. Su nombre tan sólo resonará de nuevo con fuerza a principios de los 90, cuando George Clinton liberará por fin algunos de los tracks grabados para su viejo proyecto Sterling Silver Mothership en varias de sus conocidas compilaciones Family Series. Más vale tarde que nunca.

Gonzalo Oya